
Por Gloria González Fernández
¿Para qué sirve una orquesta sino para deleitar a los que la escuchan? ¿para qué sino para enfrentarnos a una experiencia gozosa?¿para qué sino para compartir un estado de ánimo o un sentimiento? Si usted fue uno de los 20 mil asistentes al concierto de la Orquesta de Baja California y el colectivo Nortec el domingo pasado, sabrá muy bien a lo que me refiero.
No es posible agotarse al insistir en la libertad del espíritu de Tijuana para proponer cuando se trata de arte y particularmente de música. La ciudad tiene un espacio en el que caben todos cuando quieren reunirse. Y más aún, una puerta abierta siempre a lo nuevo y el ánimo dispuesto a dar una oportunidad a lo extraordinario. Aunque sea sólo para dar rienda suelta a la curiosidad.
Eso de escuchar a una orquesta tradicionalmente clásica, mezclarse con un grupo norteño y dos músicos electrónicos no es cosa de todos los días y sin duda, generó un ambiente de fiesta, propicio para despertar el orgullo y las ganas de recordar de dónde venimos y hacia dónde vamos… pero escuchar a los veintemil asistentes a su concierto gritar al unísono: Tijuana, Tijuana, eso sí que pone la carne de gallina. ¿Dónde más sino ahí para regodearnos de nuestra tradición?
La Orquesta de Baja California tiene hoy la oportunidad única de encontrarse con la comunidad que como nunca, la sabe suya porque ha estado dispuesta a adaptarse a ella y hacerla disfrutar. Y no estamos hablando aquí sólo de unirse al extraordinario talento de Ramón y Pepe, protagonistas del colectivo Nortec que para llegar a donde están han recorrido un muy largo tramo, con perseverancia y libertad. Tampoco sólo de darse la oportunidad de sumar el tan democrático sonido norteño, que según una encuesta del Instituto Mexicano de la Juventud es uno de los ritmos más escuchados en todo el país.
Estamos hablando de ese momento en el que surge una ocasión para quedarse. Me explico: luego de serios problemas económicos y fiscales, la Orquesta de Baja California tiene hoy finanzas sanas, músicos finalmente asalariados, un director internacional talentoso, un programa anual, una trayectoria musical que incluye una nominación al grammy, varios discos grabados y una marca reconocida. En unos meses estará funcionando el Centro de Artes Musicales con capacidad para albergar unos 700 estudiantes de música y generar con ello nuevos ejecutantes, compositores y directores que robustezcan en el futuro a la OBC.
La Orquesta ha transitado también un largo camino. El próximo 2010 cumple 20 años de existencia desde que inició con la llegada de los rusos dirigidos por Eduardo García Barrios. Hoy la comunidad ha cambiado y la orquesta también. Ojalá los bajacalifornianos descubramos lo que ésta puede seguir aportando a nuestro estado, y que la Orquesta, sus directivos y patronos, así como los funcionarios de cultura, puedan responder cabalmente a nuestras ganas de tener una orquesta que sea como nosotros. Para seguirla disfrutando, reinventando y si nos da la gana, como el domingo pasado, hasta bailando.
¿Para qué sirve una orquesta sino para deleitar a los que la escuchan? ¿para qué sino para enfrentarnos a una experiencia gozosa?¿para qué sino para compartir un estado de ánimo o un sentimiento? Si usted fue uno de los 20 mil asistentes al concierto de la Orquesta de Baja California y el colectivo Nortec el domingo pasado, sabrá muy bien a lo que me refiero.
No es posible agotarse al insistir en la libertad del espíritu de Tijuana para proponer cuando se trata de arte y particularmente de música. La ciudad tiene un espacio en el que caben todos cuando quieren reunirse. Y más aún, una puerta abierta siempre a lo nuevo y el ánimo dispuesto a dar una oportunidad a lo extraordinario. Aunque sea sólo para dar rienda suelta a la curiosidad.
Eso de escuchar a una orquesta tradicionalmente clásica, mezclarse con un grupo norteño y dos músicos electrónicos no es cosa de todos los días y sin duda, generó un ambiente de fiesta, propicio para despertar el orgullo y las ganas de recordar de dónde venimos y hacia dónde vamos… pero escuchar a los veintemil asistentes a su concierto gritar al unísono: Tijuana, Tijuana, eso sí que pone la carne de gallina. ¿Dónde más sino ahí para regodearnos de nuestra tradición?
La Orquesta de Baja California tiene hoy la oportunidad única de encontrarse con la comunidad que como nunca, la sabe suya porque ha estado dispuesta a adaptarse a ella y hacerla disfrutar. Y no estamos hablando aquí sólo de unirse al extraordinario talento de Ramón y Pepe, protagonistas del colectivo Nortec que para llegar a donde están han recorrido un muy largo tramo, con perseverancia y libertad. Tampoco sólo de darse la oportunidad de sumar el tan democrático sonido norteño, que según una encuesta del Instituto Mexicano de la Juventud es uno de los ritmos más escuchados en todo el país.
Estamos hablando de ese momento en el que surge una ocasión para quedarse. Me explico: luego de serios problemas económicos y fiscales, la Orquesta de Baja California tiene hoy finanzas sanas, músicos finalmente asalariados, un director internacional talentoso, un programa anual, una trayectoria musical que incluye una nominación al grammy, varios discos grabados y una marca reconocida. En unos meses estará funcionando el Centro de Artes Musicales con capacidad para albergar unos 700 estudiantes de música y generar con ello nuevos ejecutantes, compositores y directores que robustezcan en el futuro a la OBC.
La Orquesta ha transitado también un largo camino. El próximo 2010 cumple 20 años de existencia desde que inició con la llegada de los rusos dirigidos por Eduardo García Barrios. Hoy la comunidad ha cambiado y la orquesta también. Ojalá los bajacalifornianos descubramos lo que ésta puede seguir aportando a nuestro estado, y que la Orquesta, sus directivos y patronos, así como los funcionarios de cultura, puedan responder cabalmente a nuestras ganas de tener una orquesta que sea como nosotros. Para seguirla disfrutando, reinventando y si nos da la gana, como el domingo pasado, hasta bailando.
No comments:
Post a Comment