Wednesday, October 28, 2009

LA HIJA DEL SANTO


Por Gloria González Fernández
La noche de la que voy a contarles, yo estaba sentada en la tercera fila del lado izquierdo del ring. Enmascarados, mujeres voluptuosas, enanos musculosos y monstruos terroríficos participaban de la escena, mientras se ejecutaban quebradoras, patadas voladoras, tijeras a la cabeza, tapatías y cangrejos.
A los extremos del escenario, los presentes veíamos a la hermosa Lorena Velázquez saliendo de un ataúd con los dientes filosos, mientras María Duval la veía atemorizada, en espera de que llegara su salvador. Unos cuatrocientos estadounidenses, de ojos azules y una mezcla de camisetas negras y atuendos corporativos, gritaban al unísono: Samson, Samson, Samson.
Samson, por si no lo saben, es el nombre con el que el productor norteamericano K. Gordon Murray bautizó al personaje del Santo en los doblajes de sus películas al inglés, que alcanzaron popularidad en los 60’s en Estados Unidos.
Aunque les resulte inverosímil, lo que les cuento ocurrió verdaderamente en el Mayan Theater de Los Angeles, California, el año pasado, en un espectáculo de lucha libre y burlesque mexicano titulado Lucha VaVoom que se presenta exitosamente desde 2006 en un local del Centro de la ciudad. Su creadora, Rita D’Albert es una neoyorquina judía que un día quedó fascinada con la cultura de la lucha mexicana y decidió retomar los elementos de las películas de luchadores que había visto en su niñez y con ellos crear un show-homenaje a estos bizarros personajes, entre los que destacaba, sin duda, como figura central, el mítico Santo, el enmascarado de plata.
Para quienes somos mexicanos, resulta naturalísimo el entorno en el que se desarrollan las 52 películas que filmó Rodolfo Guzmán Huerta, El Santo. No nos parece nada del otro mundo ver a un enmascarado luchar contra criaturas supernaturales, científicos locos, criminales extranjeros, agentes secretos o mujeres malvadas y diabólicas. El Santo fue y ha sido nuestro superhéroe mexicano, símbolo de justicia y titán visionario, porque desde los años 50 en que incursionó en el cine, ya usaba celulares en el reloj, internet inalámbrico y armas desintegradoras de moléculas, que combinaba con sus conocidas llaves de a caballo y patadas entre las piernas, para destruir a sus adversarios.
El Santo es parte de nuestra cultura popular y ahora también objeto de culto en otros países en los que se le cree parte de un cine mexicano que se considera surrealista y no de terror, como originalmente pretendía seriamente El Santo. Por eso, no sorprende este tributo que hoy se le rinde en Los Ángeles a él y también a su legado: rudos contra técnicos, el bien contra el mal, todo esto en medio de bellas mujeres y extraños escenarios.
A 25 años de su muerte, sabemos que El Santo luchó contra todos: contra las mujeres vampiro, contra los zombies, contra las momias de Guanajuato, contra Capulina, contra la invasión de los marcianos, contra el Dr. Muerte, contra la hija de Frankestein, contra la mafia del vicio y hasta contra los secuestradores. Qué buena falta nos haría hoy el Santo para luchar también por ejemplo, contra los delincuentes, contra los corruptos, contra los diputados ineficientes y hasta contra los impuestos. Nos haces falta, Santo, o Samson, si prefieres tu nombre en inglés.

Monday, October 26, 2009

MI IDILIO CON TECATE


Por Gloria González Fernández
De Tecate me gustan muchas cosas. Su paisaje colmado de grandes rocas, su clima fresco, su cerveza, su pan y sus burritos de carne asada. ¿Y qué les podría decir de sus ranchos y los recuerdos de las excursiones escolares de la infancia, de los olivares que había en la carretera, las leyendas de sus aparecidos y el encanto provinciano de su plaza central?
Tecate cumplió este mes 117 años de fundada, pero no sé por qué razón parecería que tiene más. ¿Será tal vez, como cuenta el mito, que la abraza la energía milenaria del Cuchumá, esa montaña enorme que como decía la actriz rusa y famosa maestra de yoga que vivió en Tecate , Indra Devi: el Cuchumá es una de las 7 montañas sagradas del mundo y su energía colma de buena vibra a los tecatenses?
¿Será su carácter, reconocido en su momento por la Doña, María Félix que visitaba Tecate con regularidad, que venía a tertulias y reuniones y expresaba su cariño por la ciudad? ¿Será su tradición? ¿Sus familias?
No lo sé. Pero reconozco que Tecate y su gente tienen algo especial. Y ahora, a propósito de este aniversario, quise comentar con ustedes sobre la gran aportación que ha dado esta pequeña ciudad a la cultura bajacaliforniana a través de varios y muy destacados tecatenses, por nacimiento o por adopción.
Si nos referimos a la literatura, hablemos de José Javier Villarreal, uno de los más importantes poetas mexicanos que no evita en su obra referirse a las imágenes de su niñez en el entorno árido y misterioso de la ciudad de Tecate. Y qué decir de Francisco Morales, poeta extraordinario y fecundo del que destaca “La ciudad que recorro”, un texto imprescindible, sórdido y amargo sobre las ciudades, pero más que eso, sobre las personas.
Y ahí está también Roberto Castillo Udiarte, portentoso escritor, que con sus lagartos, bestiarios y cartografías, con su Johnny Tecate y sus mujeres, nos regala una poesía que no podría ser más nuestra y al mismo tiempo más tecatense.
Tecate ha visto nacer también buenos narradores. Ahí está el caso de José Manuel Valenzuela Arce, uno de los investigadores de movimientos juveniles y culturas populares más importantes del país, prolífico escritor, observador incansable, erudito con acento norteño. Y luego también Víctor Alejandro Espinoza Valle, otro tecatense, investigador, Premio Nacional de Administración Pública y contador de historias familiares para hablarnos a través de ellas, de la nuestra.
Algo tiene Tecate, no hay duda. Porque también es cuna o casa de artistas plásticos destacados como Alvaro Blancarte, Gabriel Adame y Laura Castanedo, entre otros.
¿Qué vieron, qué comieron, qué oyeron estos tecatenses fuera de serie? Sería bueno saber cuál es su receta. Sería bueno reconocer qué le ha dado Tecate a los suyos para generar arraigo, afecto idílico y ganas de compartir su sensibilidad. Felicidades Tecate.

OLIMPIADAS EN TIJUANA


Por Gloria González Fernández
Hace unos cinco o seis años, un grupo de empresarios y promotores deportivos sandieguinos tuvo un sueño. Que las –hoy sabemos- archi competidas Olimpiadas del 2016 se llevaran a cabo en la región Tijuana-San Diego. Su principal argumento era la posibilidad de empezar a hablar en el mundo de regiones geográficas y no de fronteras divisorias.
Se trataba de un sueño que sonaba crudamente idealista, pero que albergaba en él, los anhelos de reinventar el concepto de frontera y empezar a hacerlo en la que tiene mayor interacción cotidiana.
En ese momento, fíjese usted: 12 años antes del evento, ya estos promotores estaban buscando fondos, alianzas, teniendo reuniones con alcaldes, pagando honorarios de agencias de relaciones públicas e investigaciones de mercado.
El reto al que se enfrentaron fue doble: voltear los ojos del Comité Olímpico a esta región, pero además, vencer toda una serie de prejuicios relacionados con la interacción del poderoso Estados Unidos con un país en vías de desarrollo como México. Desafortunadamente, la propuesta no llegó a prosperar.
La semana pasada se dio a conocer la decisión final del Comité Olímpico con el anuncio de la realización del evento en Río de Janeiro, Brasil, la única de las 10 economías más grandes del mundo que no había celebrado olimpíadas en su territorio.
Ya se imaginará la tremenda celebración: samba, bossanova, baile, camisetas amarillas, hermosísimos hombres y mujeres en pleno desfile de algarabía. Y no es para menos. Mire de lo que nos perdimos: un presupuesto estimado de 14 billones de dólares para el evento olímpico, la construcción de 16 nuevos estadios deportivos en Río, 427 millones de dólares de inversión en una villa olímpica para los atletas, 48,200 cuartos para hospedar a los deportistas y visitantes, 144 nuevos carros para el tren ligero local, 60,770 empleos para la seguridad del evento, más todo lo demás que usted se pueda imaginar en términos de derrama económica y de patrimonio para la ciudad.
Lo curioso es que esto ocurre en una ciudad que como Tijuana, tiene fama internacional por sus índices de violencia: 47 homicidios por cada 100 mil residentes, el triple que su contendiente Chicago, pero además con un alza este año del 10%. Incluso todavía la embajada de Estados Unidos previene a sus ciudadanos cuando tienen intención de visitar esa ciudad.
Seguro que hay algo que el presidente Luis Ignacio Lula está haciendo bien, algo que los brasileños están haciendo bien para seguir empujando su crecimiento económico, industrial, cultural y su notoriedad en el mundo. Ojalá aprendamos algo de esta experiencia.
Por nuestro lado, debo decir que el equipo de visionarios de California de los que les hablaba, no quita el dedo del renglón y anunció recientemente que va a seguir trabajando para que las olimpíadas del 2032 sean en San Diego. Es triste, pero esta vez no mencionaron a Tijuana. Lamentablemente, es fácil saber por qué.

NORTEC + OBC


Por Gloria González Fernández
¿Para qué sirve una orquesta sino para deleitar a los que la escuchan? ¿para qué sino para enfrentarnos a una experiencia gozosa?¿para qué sino para compartir un estado de ánimo o un sentimiento? Si usted fue uno de los 20 mil asistentes al concierto de la Orquesta de Baja California y el colectivo Nortec el domingo pasado, sabrá muy bien a lo que me refiero.
No es posible agotarse al insistir en la libertad del espíritu de Tijuana para proponer cuando se trata de arte y particularmente de música. La ciudad tiene un espacio en el que caben todos cuando quieren reunirse. Y más aún, una puerta abierta siempre a lo nuevo y el ánimo dispuesto a dar una oportunidad a lo extraordinario. Aunque sea sólo para dar rienda suelta a la curiosidad.
Eso de escuchar a una orquesta tradicionalmente clásica, mezclarse con un grupo norteño y dos músicos electrónicos no es cosa de todos los días y sin duda, generó un ambiente de fiesta, propicio para despertar el orgullo y las ganas de recordar de dónde venimos y hacia dónde vamos… pero escuchar a los veintemil asistentes a su concierto gritar al unísono: Tijuana, Tijuana, eso sí que pone la carne de gallina. ¿Dónde más sino ahí para regodearnos de nuestra tradición?
La Orquesta de Baja California tiene hoy la oportunidad única de encontrarse con la comunidad que como nunca, la sabe suya porque ha estado dispuesta a adaptarse a ella y hacerla disfrutar. Y no estamos hablando aquí sólo de unirse al extraordinario talento de Ramón y Pepe, protagonistas del colectivo Nortec que para llegar a donde están han recorrido un muy largo tramo, con perseverancia y libertad. Tampoco sólo de darse la oportunidad de sumar el tan democrático sonido norteño, que según una encuesta del Instituto Mexicano de la Juventud es uno de los ritmos más escuchados en todo el país.
Estamos hablando de ese momento en el que surge una ocasión para quedarse. Me explico: luego de serios problemas económicos y fiscales, la Orquesta de Baja California tiene hoy finanzas sanas, músicos finalmente asalariados, un director internacional talentoso, un programa anual, una trayectoria musical que incluye una nominación al grammy, varios discos grabados y una marca reconocida. En unos meses estará funcionando el Centro de Artes Musicales con capacidad para albergar unos 700 estudiantes de música y generar con ello nuevos ejecutantes, compositores y directores que robustezcan en el futuro a la OBC.
La Orquesta ha transitado también un largo camino. El próximo 2010 cumple 20 años de existencia desde que inició con la llegada de los rusos dirigidos por Eduardo García Barrios. Hoy la comunidad ha cambiado y la orquesta también. Ojalá los bajacalifornianos descubramos lo que ésta puede seguir aportando a nuestro estado, y que la Orquesta, sus directivos y patronos, así como los funcionarios de cultura, puedan responder cabalmente a nuestras ganas de tener una orquesta que sea como nosotros. Para seguirla disfrutando, reinventando y si nos da la gana, como el domingo pasado, hasta bailando.

COMER Y DAR EL GRITO

Por Gloria González Fernández
Las fiestas mexicanas son impensables sin buena comida. En muchos hogares aún se conserva la tradición de -en el marco de las fiestas patrias- considerar un menú mexicano para el 15 o el 16 de septiembre. Así, en muchas casas abundaron hoy los sopes, las enchiladas, el pozole, los tamales, los chiles en nogada o al menos los frijolitos. La comida como compañía inseparable de la celebración.
La riquísima en todos sentidos gastronomía mexicana es un aspecto de nuestra cultura profundamente arraigado. Comer, además de satisfacer nuestras necesidades puramente de supervivencia es un acto que nos da identidad, pertenencia, que nos remite al pasado de nuestras familias, a su origen.
Baja California es un crisol de tradiciones al arropar a mexicanos que vienen de todas partes del país. La intensa migración que ha vivido durante su historia, ha generado una diversidad gastronómica tan amplia como su población. En cada familia se manifiestan las mezclas de la cocina que remiten al pasado de padres y abuelos y se convierte para los miembros de ésta, en una marca de lo que le hace agua la boca: el aguachile sinaloense, la birria de Jalisco, el pescado veracruzano, el frijol con puerco yucateco, el caldillo durangueño, la arrachera de Sonora, o los tacos al pastor de los defeños.
Pero además de esta suma de tradiciones, Baja California tiene también una gastronomía que se defiende como local y que han impulsado algunos nobeles chefs al tratar de rescatar lo que nos es propio para proponer una comida regional.
Estos cocineros y empresarios también hacen una cocina mexicana, pero desde una perspectiva local que se condimenta con nuestra historia y geografía, incluyendo la influencia asiática de la migración china, el largo período en el que estuvimos poco comunicados con el centro del país y que generó el consumo de productos locales y no perecederos como la harina, el arroz, los enlatados; la facilidad para el consumo de mariscos, pescados y aves de corral y de la afamada carne del norte, así como el clima proclive a la producción de vino o de legumbres.
Estos cocineros están dándole ya a nuestro estado nuevos elementos para el turismo y la generación de negocios. Si bien, la crisis económica ha tenido mella en el llamado turismo culinario, todas las ciudades de nuestro estado tienen algo qué ofrecer en este sentido, incluso desde la perspectiva del turismo local que va a Mexicali a la comida china, a Ensenada a los cocteles de almeja, a Tijuana a los tacos de carne asada, a Rosarito a las langostas y a Tecate a comer pan, por poner sólo algunos ejemplos.
Reconfigurar la oferta de la gastronomía local es una oportunidad que algunos están aprovechando para llevar nuestra comida a otro nivel y proponerla al país y al extranjero, tal como lo han hecho también los artistas plásticos, los músicos, los escritores.
La cocina es también una expresión que nos permite la creación y la generación una experiencia estética, de un gozo arraigado en nuestra historia personal, influenciado por lo que vivimos, por nuestro entorno y nuestra familia. Qué mejor manera pues de plantear la fiesta, aún en el marco de todos los problemas del país, que con un buen plato que nos recuerde las cosas buenas de ser mexicano.

SINTESIS CUMPLE 24 AÑOS

Por Gloria González Fernández
La pasión es esa enérgica fuerza que acompaña nuestras más significativas acciones. Es un impulso desde adentro que encuentra una especial expresión cuando custodia nuestras tareas cotidianas y nuestro trabajo.
Hoy el Noticiero Síntesis cumple 24 años de contar la historia regional a través de la televisión y de hacerlo –me consta- con una pasión que ha traído de la mano a sus directivos, conductores, reporteros y colaboradores, durante todos estos años. Es fácil adivinar que de no ser así, el Noticiero no habría podido sortear cambios de canal, obstáculos y desazones para seguir después de este tiempo con el liderazgo en la producción informativa local.
Baja California era otra cuando un grupo de periodistas y comunicadores inició este esfuerzo. De hecho, también era otro México. Aun estaba lejos la posibilidad de la transición política democrática que se inició aquí con el triunfo de Ernesto Ruffo en la gubernatura, no se había firmado el Tratado de Libre Comercio con EU y Canadá y tampoco existía la doble barda que divide hoy la frontera; el CECUT iniciaba apenas su actividad cultural luego de haber estado algunos años siendo un centro más bien turístico, Baja California aún no tenía su orquesta, Pavarotti no había cantado en La Salada y todavía por supuesto, no había ocurrido aquí la muerte de Colosio que le daría la vuelta al mundo a la ciudad de Tijuana. Hoy somos distintos y los mismos.
Síntesis entendió este dinamismo y abrió brecha en la producción de noticieros, al hacerlo desde una perspectiva regional e incluyente y al darle voz a muy diversos personajes de la vida local. Síntesis TV, como hoy lo conocemos, se ha comprometido todos estos años con Baja California y ha documentado su historia día a día con la visión de quien tiene ganas de dar sólo buenas noticias, pero asume la responsabilidad de dar a conocer también aquello de lo que no podemos enorgullecernos: los retos del crecimiento vigoroso de sus ciudades y por lo tanto sus problemas, el carácter violento que le ha conferido su condición fronteriza y los tropiezos de algunos gobernantes, entre otros.
Pero además no se quedó ahí. En medio de la vorágine tecnológica actual, Síntesis dejó de ser sólo un espacio noticioso para convertirse en un canal de televisión con uno de los índices de producción local más altos del país. Y agregó además a su oferta un portal de noticias vía web y una oportunidad para disfrutar su programación por internet, en vivo, en cualquier parte del mundo. Esas también han sido buenas nuevas.
Desde mi perspectiva como tijuanense, una de las aportaciones de Síntesis ha sido además el amplio espacio que recibe en su programación la cultura y el deporte. Ese contrapeso en el recuento de la historia regional ha sido más que positivo.
Felicito hoy a la Sra. Carolina Aubanel, a Fernando, a Roxana, al equipo de reporteros, editorialistas, camarógrafos, editores, staff de producción y administrativos por este gran esfuerzo. Pero felicito también a los bajacalifornianos por abrirle las puertas día a día al esfuerzo apasionado de este equipo que ha venido registrando nuestro devenir y aportando su entusiasmo no sólo al periodismo sino a la vida diaria de nuestro estado. Enhorabuena.

CINE EN BAJA CALIFORNIA

Por Gloria González Fernández
Para los habitantes de la ciudad de Los Ángeles, California, es natural convivir diariamente con filmaciones en calles y edificios. Todos los días y las noches se están filmando películas, documentales y series de televisión en muchos espacios del centro y la periferia. Incluso, la magia del cine hace para nosotros imperceptible que escenas que aparentan ser filmadas en ciudades europeas o asiáticas, en realidad son rodadas en escenarios californianos en los que hay extras de todas las nacionalidades, equipos de filmación con amplia experiencia y estudios de postproducción para cada necesidad.
Los Ángeles ha sido la meca del cine internacional por muchos años y la ciudad donde más se filma en todo el continente. Le siguen Nueva York y después, aunque le parezca sorprendente, Vancouver en Canadá.
La crisis económica mundial ha tenido un fuerte impacto en la cantidad de películas que se producen actualmente, por lo que en Febrero de este año, el Gobernador de California autorizó incentivos fiscales en calidad de préstamo de hasta un 25% para la industria fílmica en el Estado. Sin embargo, esto no ha sido suficiente y las productoras se han visto en la necesidad de bajar sus costos filmando fuera de California.
Nuevo México es el estado que más atrae filmaciones y ha convertido el problema de costos en una oportunidad. El gobierno de Nuevo México ofrece incentivos fiscales a las productoras que incluyen devoluciones del 25% del costo total de lo filmado en el estado y préstamos sin intereses de hasta 15 millones de dólares por producción. Desde 2002 a la fecha, más de 150 proyectos de televisión y cine han aprovechado estos incentivos y la comisión estatal de filmación del estado estima que la industria fílmica le ha generado 2.1 billones de dólares a la economía local.
Vancouver es otro ejemplo. En 2008 se filmaron más de 250 producciones en esa comunidad, generando billones en derrama por salarios y diferentes servicios para la ciudad. Vancouver tiene ya varias décadas apostándole a la industria fílmica y ha logrado madurar su infraestructura y hacer que el cine forme parte de la mezcla financiera que requiere esta ciudad. Su plataforma de desarrollo es una estructura de impuestos favorable, una base profesional y técnica de más de 30 mil empleados, la consolidación de una tradición de apoyo entre negocios locales, gobierno, sindicatos y comunidad, lo que la hace fuertemente competitiva. Sus ventajas: el clima, la cercanía relativa con Los Ángeles por vía aérea y de ser necesario terrestre, el manejo del idioma inglés, los diversos paisajes, el clima y el estímulo a empresas de postproducción y efectos visuales.
Me parece que muchas de esas ventajas serían semejantes a las nuestras si el gobierno del estado y los municipios tuvieran esa visión para Baja California. Ya se cerraron los estudios Fox, ya se fue a Australia la producción de la película Las Crónicas de Narnia 3 y ya se han desaprovechado algunas oportunidades de realizar otros proyectos fílmicos no sólo internacionales, sino también locales, por falta de recursos o de interés. ¿Queremos mejorar la imagen del Estado y generar derrama económica? Ahí estuvo una oportunidad. Tal vez siga ahí y alguien algún día la vuelva a ver.

COSECHA 2009

Por Gloria González Fernández
Baja California tuvo la suerte de tener valles bañados por el sol y la brisa marina, aderezados por un viento cálido que les da condiciones para cultivar su pequeño tesoro: una colección de las mejores variedades de uva en el mundo. El vino, que empezó a producirse en el estado desde la época misional, ha sido –desde entonces- notable y generoso.
Ensenada, la casa de los valles de Guadalupe, San Vicente, Santo Tomás, Calafia y San Antonio de las Minas, se viste de fiesta cada año durante la época de la vendimia para compartir su gozo por la cosecha con propios y extraños. La Ruta del Vino, como se le conoce actualmente, ha ido aumentando su notoriedad y es ahora recorrido obligado para quien nos visita.
Hoy, además de la nutrida actividad veraniega por los eventos de la vendimia, la oferta de la zona suma hoteles, restaurantes, catas, actividades por la vid en flor, cursos de enología, museos comunitarios, en fin, una viveza que es mérito de los productores de vino.
El valle también tiene ahora una vocación artística al presentar espectáculos musicales de todos los géneros y ser escenario para exhibiciones de artes plásticas y literatura. Por su parte, las casas de vino artesanal se han multiplicado, tal como lo han hecho también los premios por la calidad de sus productos.
El vino, relacionado en muchas culturas con lo sagrado, representa esa Baja California que nos gusta presumir: la de los hermosos paisajes, la de las familias trabajadoras, la hospitalaria, la gozadora, la creativa, la histórica, la magnánima.
Sin embargo, no todas son buenas noticias. Como industria, nuestro vino tiene aún muchos retos para sostenerse. Los vinos bajacalifornianos son caros debido a factores como los altos impuestos que les impone el gobierno, la falta de aprovechamiento de economías de escala para su distribución, los altos costos de producción debidos a cosechas relativamente pequeñas y una de las amenazas más importantes: la falta de agua y la sobreexplotación de los pozos.
El glamuroso vino bajacaliforniano requiere escenarios para adaptarse con éxito a las condiciones del mercado global. La ubicación de los valles en la franja mundial del vino, el clima mediterráneo y el carácter de la zona, son circunstancias favorables para su desarrollo y una oportunidad latente. Ojalá que nuestras autoridades vean con claridad la importancia de apoyar a los productores y le den a la industria vitivinícola del estado un destino mejor.
El vino bajacaliforniano es como de alguna manera somos los hijos de esta tierra: nacido de la variedad, con cepas que llegaron de fuera pero encontraron aquí el mejor lugar para crecer, firme ante la adversidad que impone la escasez de agua, el calor y el frío; libre para reinventarse constantemente y listo siempre para el gozo. Ojalá que la cosecha 2009 nos traiga un vino memorable. Salud.