Por Gloria González Fernández
No sé a usted, pero a mí, me encantan las revistas. De todos los temas, de todos los formatos. Con fotos y sin ellas. Para hombres, para mujeres, para conocedores e iniciados, para el público en general.
Tal vez habrá notado que en las librerías mexicanas, la sección de revistas es la zona más concurrida. Hay muchos factores para esta fascinación de los lectores por dicho formato: primero, lo concreto de su oferta. Al abrir la revista, uno sabe casi exactamente lo que encontrará: las hay de carros, de cocina, de historia, de ciencia, de chismes, de política, de música, de tecnología, en fin… las posibilidades son ilimitadas, pero claramente diferenciadas. En términos de mercado, su éxito comercial es precisamente esa especificidad.
Otro encanto de este medio es la manera que el lector tiene de acercarse a ellas. Uno puede simplemente hojearla, leerla a profundidad, ver sólo las fotos, ver sólo la publicidad. Además, es posible leerla por etapas, poco a poco, incluso una página un día y otra después. La brevedad de los textos lo permite y lo alienta.
Otra ventaja es la posibilidad de pasar por varias manos, de ser leída y releída durante un plazo largo, a veces regido sólo por la espera del siguiente ejemplar.
En México hay datos elocuentes sobre esta industria: según algunos analistas, nuestro país es el mercado con mayor crecimiento a nivel mundial, tanto en circulación como en publicidad, con una tasa de hasta el 18% anual. La mayoría de las revistas que se distribuyen son controladas por Televisa y Expansión, los más grandes corporativos en este mundo editorial.
Solamente Televisa internacional, la editora de revistas más grande del mundo, produce 137 millones de ejemplares al año en el mundo. Imagine usted. Por desgracia, sus estrellas son las revistas de espectáculos o del corazón, que poco aportan al lector y nada estimulan su inteligencia.
En este universo de revistas, las de contenido cultural son escasas pero muy importantes. En México algunas de ellas congregan a las más importantes plumas del país y otras dan espacio a la joven imaginación de quienes empiezan a querer comunicarse.
Hoy las hay también electrónicas. En este momento, no existe revista importante en el mundo que no tenga su versión digital disponible en internet. Por otro lado, la llegada del blog generó el boom de las revistas unipersonales en las que se encuentran textos breves, fotos e imágenes diversas con las ventajas de este medio en el que no hay más editor que uno mismo y millones de lectores potenciales en la red.
El próximo viernes 23 es el día mundial del libro y la lectura. En nuestro país, donde el promedio es de un libro al año por persona, los invito a empezar a crear el hábito desde el mundo de las revistas, pero de las buenas revistas. El salto al libro, les aseguro, será después natural. Sé que lo van a disfrutar.
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
No comments:
Post a Comment