
Por Gloria González Fernández
“Este pueblo está sufriendo carestías, desgarriates en la justicia, mordidas, en pocas palabras, mangoneos y ¿esto nos pasa por falta de civismo?, ¿por falta de valor?, ¿por falta de cabeza? Entonces ¿por qué? pregunta Silvano Treviño Martinez de la Garza en su discurso de campaña en la que contiende por la prefectura de su pueblo y en la que su adversario es nada menos que Don Cruz, su padre. En su discurso, Silvano ofrece que bajo su gobierno: “Se acabarán las chicanas y el coyotaje, porque dice, la desgracia de este pueblo son los desgraciados mangoneadores y los lambiscones”.
Lo que describo es una escena de la película La Oveja Negra dirigida por Ismael Rodríguez y actuada por Pedro Infante y los hermanos Soler en 1949. El escenario es una plaza en un pueblo mexicano, colmada de banderines, flores y guirnaldas que adornan el kiosko, así como una gran feria en la que las mantas que ondean los simpatizantes tienen consignas como “Silvano es la esperanza del pueblo. Vota por Silvano” o “Don Cruz para prefecto. Madurez y Serenidad, Don Cruz es la luz del pueblo, Arriba don Cruz”.
Sesenta y un años después, la forma en la que se realizan las campañas ha cambiado, pero tengo la impresión de que el fondo sigue siendo el mismo: los problemas que provoca la corrupción, la falta de compromiso, de educación, los intereses de unos cuantos. Sigue vigente la oferta de los candidatos de una solución, la demanda de los votantes, de una esperanza.
Por suerte, las banderitas dejaron de inundar las calles de basura post electoral, los carteles ya no abundan en los postes, pero aun así, los impactos de la publicidad de las campañas nos rodean por todos lados. Hoy, las fotos gigantes de los candidatos nos saludan en todas las avenidas, sus nombres nos acosan en las bardas, en la prensa, en la radio, en la televisión, en los nuevos medios.
Lo de hoy no son las flores en la plaza, sino los sitios de internet, la comunicación en tiempo real, el obsequio de las fotos de los candidatos con la gente cual si fueran estrellas de cine, el twitter, el facebook, el my space. Hoy las campañas tienen spots con carga emotiva, no con ideas, porque la investigación de mercado ha comprobado que estos últimos no venden igual. Los candidatos son –como también creo que eran ayer- productos qué consumir. Sólo que ahora con nuevos empaques, más coloridos, más bizarros. El hecho no admite juicios de valor, simplemente es así. Y ya no habrá vuelta atrás. La mercadotecnia política llegó para quedarse y no hay candidato que la desprecie.
Si Silvano y Don Cruz contendieran hoy en una elección, las diferencias que plantea la película serían las mismas, sólo que manifestadas en forma distinta. Don Laureano, el asesor político de Silvano estaría escribiendo tweets, publicando encuestas, quitándole el bigote y el sombrero para mejorar su imagen, obligándolo a tomar un media training, subiendo a youtube videos del opositor con “la Justina” y pidiéndole que hable en sus discursos de lo mal marido que ha sido Don Cruz con Bibianita.
Me parece que la reflexión política y la decisión de voto debería ser, en todo caso, mucho más seria. Pero igual que ayer, depende de cada quien.