Thursday, January 14, 2010

LA TRAGEDIA DE HAITI


Por Gloria González Fernández
Como nunca en la historia, el mundo está comunicado por múltiples vías y a una velocidad instantánea. Como nunca antes, sabemos lo que ocurre en otro país, así sea en el lugar más recóndito del planeta. Como no había pasado, las imágenes de hechos sociales, políticos y naturales se dispersan por el mundo en menos que segundos.
Así, la catástrofe del terremoto ocurrido en Haití el martes, llegó de forma muy rápida a nosotros a través de múltiples medios para compartirnos el sufrimiento terrible de ese pueblo y tocar nuestros corazones en busca de solidaridad.
Haití es una nación pequeña de apenas unos 8.5 millones de habitantes, un país donde el 95% de su población es negra o de origen africano, en una isla que comparte territorio con la República Dominicana.
Y ese Haití, el país más pobre del continente, con el 80% de la población viviendo con menos de dos dólares diarios y el 60% con menos de un dólar por día, parecía no poder ya padecer más y de pronto, la furiosa naturaleza le habló y ensanchó su tragedia.
En Puerto Príncipe, su capital, la devastación es enorme y el caos total. Se estima que unos cien mil han muerto y que al menos 3 millones de personas perdieron sus hogares. Imaginar la escena pone la carne de gallina.
Me parece que este hecho tiene muchas lecciones para nosotros: la tecnología permite hoy tener una rápida empatía con los necesitados: las imágenes y los videos son elocuentes y deberían sin duda dolernos a todos. Pero también, de alguna extraña manera , esta sobre-exposición a los medios nos ha robado algo de sensibilidad para el dolor humano. A veces, parecería que uno está viendo las imágenes de una película más, de un montaje fotográfico, cuando en realidad se trata de una enorme tragedia.
Las nuevas facilidades que nos da la globalización deberían ser la mejor ocasión para participar de esta gran comunidad que es ahora el mundo y que definitivamente ya no se limita solo a nuestro vecindario, o a nuestra ciudad. Los haitianos están más cerca que nunca de nosotros, no geográficamente, pero sí a la distancia de un click.
Seguramente en estos días surgirán muchas campañas de apoyo de agrupaciones o personas bienintencionadas que quieran enviar ayuda a este pueblo en desgracia. Yo los invito a participar en la medida de las posibilidades de cada quien.
Los lazos que tiene hoy el mundo deben servir para eliminar las fronteras y trascender los mares, para hacernos recordar que donde estén, otros que son como nosotros, que tienen familias como nosotros y que padecen ahora una enorme pesadilla, nos necesitan.
Hoy por ti, mañana por mí.

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